25 abril, 2009

Día del Libro, del Inca Garcilaso y sus "Comentarios..."

Feliz Día del Libro!!
(Bueno, ya saben: "más vale tarde..." no? :P)
Como seguramente sabían -o por ahi habrán escuchado-, hace unos días fue el Día Internacional del Libro, fecha en que se celebra a esta invención tan importante del ser humano: el modo de perpetuar sus conocimientos, su cultura, sus anhelos, sus sueños e ilusiones (a veces hasta sus desvaríos, pero que se hace)... y poderlos así transmitir a las futuras generaciones.

La fecha no se eligió por casualidad. El 23 de abril casualmente se conmemora el nacimiento de William Wordsworth, y el fallecimiento de algunos de los más ilustres literatos: Miguel de Cervantes, William Shakespeare, ...y también Gómez Suárez de Figueroa (el 'Inca Garcilaso de la Vega', para los amigos ;p), nuestro ilustre primer literato mestizo peruano.


Y este año no solo se conmemoran 470 años de su nacimiento (Cuzco, 12 de abril 1539), o el 393º aniversario de la muerte del Inca Garcilaso (Córdova, 23 de abril 1616), sino que además se cumplen 400 años de la publicación de su más conocida obra: los "Comentarios Reales de los Incas" (Lisboa, 1609).

A principios del mes revisaba justamente una edición especial de El Dominical (05 de abril, 2009) dedicada a este autor y su obra cumbre, que contenía una serie de artículos bastante interesantes en los que se habla tanto de los aspectos positivos y negativos de este relato; como si bien es una crónica de hechos reales, tampoco escapa por ello al modo algo idealista con que Garcilaso ve y muestra la cultura Inca.
Y no por ello ha de desecharse su lectura, sino que, para no caer en la trampa, hay que leerlo comprendiendo el contexto en que fue escrito, conocer un poco más de la vida del mismo autor.


* Biografía del Inca
En los primeros años del siglo XVI el Imperio Incaico se tambaleaba por la guerra de sucesión que mantenían Huascar y Atahualpa; y en este contexto se llevó a cabo el violento encuentro de dos culturas: la aborigen Inca y la recien llegada española. En 1532, Francisco Pizarro llega a Cajamarca, hace prisionero a Atahualpa y al año siguiente ordena su ejecución. Los Incas caen así bajo el poder de la Corona Española.

Entre los primeros conquistadores españoles que pasaron al Perú, llegó Sebastián Garci Lasso de la Vega Vargas, mancebo de 25 años, como capitán de infantería al servicio de Pizarro. De padres pertenecientes a la nobleza extremeña, descendía por línea recta de varón del caballero Garci Pérez de Vargas, del caballero Gómez Suárez de Figueroa -primer Conde de Feria-, y de Iñigo López de Mendoza (de quien descienden los duques del Infantado); así como también estaba emparentado con el poeta Garcilaso de la Vega, con Jorge Manrique y con el Marqués de Santillana.
Tras la derrota de Almagro por Gonzalo Pizarro en 1538, el capitán Garcilaso de la Vega se asentó en el Cuzco, a su vez que le cupo, entre el repartimiento de indios, la Palla Chimpu Ocllo -bautizada con el nombre de Isabel-, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, con quien tuvo un hijo que fué bautizado con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa.

Este hijo mestizo de dos mundos, durante sus primeros años estuvo en estrecho contacto con su madre, en una noble casa de Cusipata, y con lo más selecto de la nobleza incaica, como los hijos del emperador Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auquí, accediendo así a la instrucción de los amautas, o sabios incas, versados en la mitología y cultura incas:

«Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje, etc." En estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír, como holgaban los tales de oír fábulas (Comentarios Reales, I, 1, 15)»

Los quipucamayos del Cuzco lo adiestraron en la lectura de quipus y en la lengua quechua, la cual hablaba a la perfección.


En 1552 su padre se vio obligado, por presión de la corona española a que los nobles españoles se casasen con damas nobles españolas, a abandonar a la princesa inca y contraer matrimonio con Luisa Martel de los Ríos, dama recién llegada al Perú. Garcilaso tenía 12 años y fue separado de su madre.
Sin embargo, el padre no lo hizo sin conceder antes a la noble inca una cuantiosa dote, que le sirvió luego para contraer matrimonio con Juan del Pedroche, un soldado peninsular, con quien tuvo dos hijas, mediohermanas del inca, Luisa de Herrera y Ana Ruiz.

De esta suerte, el inca fue a vivir con su padre, que fue Corregidor del Cusco hasta 1556, al palacio en que este residía, en la plaza principal de Cuzco. Gracias a la privilegiada posición de su padre, estudió en el Colegio de Indios Nobles del Cuzco, en el que recibió una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él.
Su ayo, Juan de Alcobaza, le enseñó a leer y a escribir, y tuvo de profesor de latín al Lic. Juan de Cuellar quien le dio una excelente formación literaria y estilística, así como nociones de costumbres españolas y doctrina cristiana.
Colaboró con su padre y con los administradores de Cuzco actuando -según cuenta-, como traductor e intermediario en negociaciones entre indios y españoles. Su adolescencia estuvo ensombrecida por las cruentas guerras civiles del Perú, y junto a su padre padecieron la persecución de los rebeldes Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal.
Por lo mismo, tuvo ocasión de emprender algunos viajes por diferentes partes del Alto Perú, residió en Potosí y en la comarca de Cochabamba, y, estimulado por su madre, se dedicó a recoger historias y tradiciones culturales de los indios.

En 1559 murió su padre y los bienes pasaron a las dos hijas legítimas con Luisa Martel, las que murieron jóvenes. Pero su padre, habiéndolo tenido en gran estima, le legó en su testamento tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata ensayada para que el joven mestizo cursara estudios en España "...por el amor que le tengo, por ser, como es mi hijo natural...".

Poco después de morir su padre, a los veintiún años de edad, el 20 de enero de 1560, Garcilaso salió de Cuzco camino a España; sin embargo, antes de partir visitó al Corregidor del Cusco, Polo de Ondegardo, que le permitió conocer las momias de cinco monarcas, sus antepasados; Garcilaso entró en las piezas en que estaban depositadas y tocó la rígida mano del emperador Huayna Cápac.
Emprendió un viaje que se mostró particularmente arriesgado desde ciudad de Los Reyes (Lima) hasta Panamá y Cartagena de Indias, para tomar la ruta de los galeones hasta la Habana y las Azores, donde un marinero portugués le salvó la vida antes de llegar a Lisboa. Nunca más volverá a América, aunque procura mantener el contacto y seguir informado de todo lo que allá sucede.


Tras la llegada a España realiza varios recorridos para conocer algunos familiares (Sevilla, Badajoz, etc) hasta llegar al pueblo cordobés de Montilla, donde residía su tío paterno el Cap. Alonso de Vargas, casado con Luisa Ponce de León y sin hijos, quienes se convierten en sus protectores. Se dedicó al comercio y luego, en 1561, fue a Madrid a presentar una solicitud al Consejo de Indias, pidiendo el reconocimiento de los méritos y derechos de su padre, pero le fue denegada.
Desengañado de las intrigas cortesanas (acusaron a su padre no menos que de favorecer al rebelde Gonzalo Pizarro dejándole un caballo que le salvó la vida en una batalla, y tal versión fue apoyada por los cronistas de indias oficiales) pensó en volver a Perú en 1563, para lo cual incluso obtuvo permiso, pero pospuso el viaje indefinidamente por el nacimiento de su único hijo conocido, que lo heredaría, pero al que no menciona en sus obras.
Sin embargo, esta visita a la corte no fue del todo improductiva: allí conoció al conquistador Gonzalo Silvestre, quien le suministraría luego numerosos datos para una de sus obras.
En 1563 abandonó el nombre de Gómez de Figueroa y empezó a usar y a firmar como Garcilaso de la Vega.

Asi que optó por seguir la carrera militar, como su padre. En 1564 sirvió de soldado en las guarniciones de Navarra, al lado de su pariente y protector el Marqués de Priego. En 1568, bajo el mando de Don Juan de Austria, intervino en la campaña contra los moros sublevados en las Alpujarras cercanas a Granada, en la que obtiene el grado de Capitán. Por esa época comenzó a escribir para “lograr bien el tiempo con honrosa ocupación y no malograrlo en ociosidad, madre de vicios".

En 1570 murió su tío Diego de Vargas dejándole una regular herencia, con la expresa condición que las rentas que produjere sería de su viuda Doña Luisa hasta su fallecimiento. Lo cual hace que ya en el futuro no se tuviese que preocupar de su sustento y aún disfrutase de cierta holgura.
En 1574 recibió la noticia de la muerte de su madre en el Cuzco, de quien tenía catorce años de separado; ella le dedicó en su testamento un "recuerdo especial".

En 1586 su tía Doña Luisa lo llamó a vivir junto a ella en Montilla, permitiéndole administrar los bienes de la herencia ante la imposibilidad de hacerlo ella misma. Garcilaso había empezado a disponer de tiempo suficiente para la investigación histórica. Dos años después, en 1588, fallece su tía, y los bienes heredados de ella acrecentaron aún más su bienestar económico y le posibilitaron entregarse a la cultura.
En España, aprendería el italiano, su cuarta lengua. Leyó en este idioma al filósofo de la escuela metafísica neoplatónica Abrabanel de Nápoles, más conocido como León el Hebreo, y comienza la traducción al castellano sus tres "Diálogos del Amor", obra humanística, filosófica y sutil. A su vez comenzó a redactar la "Historia de la Florida y jornada que a ella hizo el gobernador Hernando de Soto" donde recogería los principales hechos de la vida de los heroicos caballeros españoles e indios que participaron en esta gesta.

En 1590, muy probablemente dolido por la poca consideración en que se le tenía en el ejército por su condición de mestizo, dejó las armas y entró en religión. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó en el estudio de la historia y en la lectura de los poetas clásicos y renacentistas.
El mismo año de su retiro, en casa de Pedro Madrigal, impresor madrileño, será publicada finalmente, con una dedicatoria al Rey Felipe II, su traducción de los "Diálogos del Amor". La portada del libro reza:

«La traducción del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo, hecha de Italiano en Español por Garcilaso Inca de la Vega, natural de la gran ciudad del Cuzco, cabeza de los Reinos y Provincias del Perú.»

Estaba subrayando así, ya desde el título, su mestizaje: su condición de Indio y los apellidos de su padre, de amplia tradición castellana, se funden con el apelativo Inca, sus "dos mitades" de mestizo orgulloso de serlo. Será precisamente la reconciliación de esos dos elementos dispares, de esos dos mundos, lo que constituya el proyecto obsesivo del Inca Garcilaso. El trasfondo de ese proyecto era, ante todo, un acto de afirmación personal: dotar a su vida -que el destino quiso compuesta por dos mitades- de solvencia histórica y legitimidad cultural.


El fallecimiento de su tía le hizo relacionarse indirectamente con Luis de Góngora, y en Montilla coincidió con Miguel de Cervantes, que recaudaba fondos para la corona. Y parece ser que Cervantes conocía las obras del insigne mestizo: había leído la traducción por Garcilaso de los 'Diálogos del amor' de León Hebreo.

Se trasladó a Córdoba en 1591, y se relacionó con algunos doctores, como el jesuita Juan de Pineda, quien le instó a preparar un comentario piadoso de las Lamentaciones de Job.
Buscó relaciones de soldados asistentes a la conquista de La Florida y encontró dos, la de Alonso Carmona y la de Juan Coles, que le obligaron a retocar lo que ya tenía escrito al respecto.

En 1593, seguramente para que sirviera de prólogo a 'La Florida', escribe la "Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas", material del que se conserva el manuscrito, en el que reivindica su ilustre genealogía española y también, orgullosamente, la incaica. Además, aquí firma definitivamente como 'Inca Garcilaso de la Vega'.

Durante esos años también, en la aldea de Las Posadas se reúne nuevamente con Gonzalo Silvestre, que había estado con Hernando de Soto en la conquista de la Florida y comienza la reescritura de esta obra, que es una crónica de aquel episodio de la conquista en la que vierte Garcilaso toda la fundamentación filosófica de la historiografía medieval, aún vigente en su época, pero se inclina hacia el ideal "artístico" (fusión de historia y ficción, por ejemplo) que postulaba la historiografía renacentista.
En 1605 publicó el resultado en Lisboa, en la Imprenta de Pedro Crasbeeck, con el título "La Florida del Inca".

Vivía en una casa de la parroquia de Santa María la Mayor o el Sagrario, no lejos del palacio de sus parientes los Suárez de Figueroa. Ordenado de Clérigo, gozando de la amistad de gentes de letras, pero con achaques y mala salud. Entonces inició "Los Comentarios Reales de los Yncas", que dividirá en dos partes y trata sobre "El origen de los incas, reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra; de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel imperio y su república antes que los españoles pasaran a él".

«... Yo, incitado del deseo de la conservación de las antiguallas de mi patria, esas pocas que han quedado, porque no se pierdan del todo, me dispuse al trabajo tan excesivo como hasta aquí me ha sido y delante me ha de ser, al escribir su antigua república hasta acabarla, y porque la ciudad del Cozco, madre y señora della no quede olvidada en su particular, determiné dibujar en este capítulo la descripción della, sacada de la misma tradición que como a hijo natural me cupo y de lo que yo con propios ojos vi...»

Su privilegiada memoria le servía de mucho, se escribía con parientes y amigos manteniendo noticias para sus escritos. Los peruanos llegados a España no dejaban de visitarlo, los atendía con cierto lujo, usaba vajilla de plata sobredorada, elegantes aposentos, tenía diversas armas y hasta seis criados.
Los "Comentarios Reales de los Incas" se publicaría por primera vez en 1609 en Lisboa, en la misma imprenta de Pedro Crasbeeck.


El Inca Garcilaso no se casó, pero tuvo un hijo bastardo con doña Beatriz de la Vega, una persona del servicio de la casa de sus tíos. Este hijo, Diego de Vargas, convivió con su padre, que se encargó de su educación. Tras la muerte del Inca Garcilaso, Don Diego de Vargas se encargó de su entierro y de la publicación de su obra póstuma, la “Historia General del Perú” (Córdoba, 1617), segunda parte de los Comentarios Reales, que escribió en sus últimos años.


En 1612 Garcilaso compró la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, donde su hijo sería sacristán y donde, según sus instrucciones, debe ser enterrado.
El 12 de abril de 1616 cumplió 77 años, y seis días más tarde, estando enfermo, hizo su testamento, falleciendo al parecer poco después, entre el 22 y el 24 de abril de 1616. Fue enterrado en la capilla, como deseaba, donde reposa bajo los blasones de Vargas, Suárez de Figueroa, Saavedra y Lasso de la Vega, resaltado por el "Llauto" (especie de corona del Inca, fino tocado entretejido de varios colores y adornado con plumas de quriq’inti o plumas, proyectadas en forma de penacho) de la Casa Imperial de los Incas del Perú.


En aquella capilla de España sus albaceas grabaron esta lápida:

«El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio. Son patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia. Falleció a 23 de abril de MDCXVI.»

El 25 de noviembre de 1978 el rey Juan Carlos I de España hizo entrega de una arqueta conteniendo parte de sus cenizas, las que reposan actualmente en la Catedral del Cuzco. Las palabras de Su Majestad el Rey al depositar las cenizas del Inca Garcilaso de la Vega en la Catedral son muy preciosas (y puede leerse el texto completo en este enlace).



* Obras del Inca
El Inca Garcilaso de la Vega es un típico hombre del renacimiento en el que se combinan una visión humanística del mundo y una formación integral.
Los libros de Garcilaso tienen gran éxito de ventas. Su lectura es muy amena y describe aventuras y sucesos asombrosos en paisajes exóticos en forma muy del gusto de los lectores de su tiempo. En cierto sentido podemos considerar que hace "historia novelada".
Su obra está muy bien informada, es abundante en datos, pero más que en la precisión histórica está interesada en transmitir un mensaje a sus lectores. Su objetivo es ennoblecer a los aborígenes americanos, menospreciados en otras crónicas, resaltando su cultura o sus valores éticos.
Así, por ejemplo, en los discursos que pone en boca de los indios de "La Florida..." descubrimos pensamientos y razonamientos europeos, acordes a los valores éticos de la España renacentista.


Diálogos de Amor, de León Hebreo (Mostrar)


Relación de la Descendencia de Garci Pérez de Vargas (Mostrar)


La Florida del Inca (Mostrar)


Los Comentarios Reales de los Incas (Mostrar)


Historia General del Perú (Mostrar)


Y con gracia de vuesas mercedes me despido por ahora, no antes de deciros que os agradezco que os hayais deleitado con este post, mis nobles lectores! :)


No hay comentarios:

Etiquetas